Penicilina al
bautizado
Buenos
días, amigo/a
En la
Biblia se da mucha importancia al nombre de las personas: en
cierta manera indica su naturaleza y su misión. Jesús dice al Padre que él había «manifestado su nombre a los hombres»
(Jn. 17:6), es decir, su misma naturaleza divina. El cambio de nombre significa
que la persona adquiere nuevas capacidades
para una nueva misión. Por ejemplo: Jesús pone a Simón el nombre de Pedro: le
da firmeza como para ser fundamento de la Iglesia
Un padre misionero que llegó al pueblito, se dedicaba no sólo a cuidar
la salud espiritual de los fieles sino también la salud física. Una tarde un
paisano llegó del campo para hacer bautizar a su hijita. —Mire, padrecito, ando
con ganas de cristianar a mi niñita. —Cómo no, mi amigo, para eso estamos. Al empezar la celebración el sacerdote vio una infección en el bracito
de la nena y pensando que era necesaria una curación inmediata, dijo al
paisano: —Mire, señor, a esta chica hay que ponerle penicilina. A lo que el
paisano un poco enojado le respondió: —No, no, no, usted a mi hija le pone
“Ruperta”, o ya mismo la llevo a otro cura.
Lo del cambio del nombre es tan
notable en la Biblia,
que un día todos los que entren
triunfantes en la Jerusalén
celestial recibirán un nombre nuevo, adecuado a los redimidos del Señor (Ap.
3:12). Alabemos a Jesús, que significa “salvador”, porque para eso nació para
salvarnos del pecado y de la muerte eterna. P. Natalio.
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