Humildad y paciencia
Buenos
días, amigo/a
Santa Teresa de Ávila, dio una certera definición de la humildad, quizá
la mejor que existe: “Una vez estaba yo
meditando por qué razón Jesús nuestro Señor era tan amigo de la humildad, y con
toda claridad comprendí esto: la ama tanto porque Dios es la suma Verdad, y la
humildad es caminar en la verdad”. “La humildad es la madre de todos los
bienes. Paciencia, dulzura, dominio de sí mismo, confianza en los otros, todos
estos frutos del Espíritu, de los cuales habla san Pablo, crecen en un árbol
cuya raíz es la humildad”, (Monje del monte Athos).
Toma la costumbre de alegrarte cuando se te presente una ocasión de
practicar la humildad o ejercitar la paciencia. Es totalmente superfluo querer
crear estas situaciones, porque podrías caer en lo artificial y perderte en la
complacencia por tu virtud. Ten la seguridad de que encontrarás tantas
ocasiones de humillarte y ser paciente como sean necesarias, y serán
exactamente las que te hagan falta. Si adviertes que has dejado escapar alguna,
repróchate esta negligencia, porque has actuado como el marino inexperto que no
supo aprovechar el viento favorable.
Según santo Tomás de Aquino,
Cristo nos recomendó por encima de todo la humildad, porque con ella se anula
el principal impedimento para santificarnos Todas las demás virtudes derivan de
ella su valor. Sólo a ella le concede Dios sus dones, y los retira cuando ella
desaparece. Pide a Jesús te enseñe a ser paciente y humilde de corazón. P.
Natalio.
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