Vida de entrega generosa
Buenos
días, amigo/a
La situación difícil que atraviesa la Argentina —economía fluctuante, inflaciones
periódicas, falta de trabajo, crecimiento de la pobreza, etc.— ha generado un hecho digno de
admiración y elogio: el voluntariado. Personas que, más allá de la queja
estéril, se deciden entregar su vida y poner el hombro a las necesidades
urgentes que perciben a su alrededor. Son vocaciones de servicio.
Por amor hay quien abandona su casa confortable en Europa y vive, sin
agua y sin luz, en una villa miseria de un pueblo olvidado del Tercer Mundo.
Por amor hay hombres que cruzan continentes y mares, y por ese mismo amor hay
otros hombres que se encierran en la celda de un monasterio. Por ese amor se
entregan los años, la salud, el dinero, la juventud, la seguridad del futuro,
el trabajo, el descanso, los gustos, todo. Ese amor es más fuerte que los lazos
de la sangre, que las raíces de la tierra o que las llamadas del corazón. Ese
amor es más fuerte que la vida y que la muerte. Pero todo eso es un camino
seguro hacia la felicidad, porque, “lo que se necesita para conseguir la
felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado”.
Cada día puedes ser
generoso en acciones pequeñas. Este propósito abre el corazón poco a poco, y
descubres admirado que nunca pierdes. Por el contrario te fortaleces y puedes
superar el temor de ser vulnerable. Practicar la generosidad ejercita al
corazón: cuanto más se da, más se fortalece. Recuerda que Jesús dijo: “Hay más
alegría en dar que en recibir”. P. Natalio.
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