El roble y las cañas
Buenos
días, amigo/a
Cuanto más relevante y
significativa es la tarea de una persona en la sociedad, tanto más probada debe
ser su reciedumbre moral y capacidad profesional. Las tormentas y los rayos
golpean con más fuerza a los altos picachos que a las humildes piedras de los
valles.
Un roble muy grande, pero con raíces muy pobres, fue desarraigado por
el viento y lanzado al cauce de un río. Fue a caer entre algunas cañas, a las que
les habló así: —Me
pregunto cómo ustedes, que son tan livianas y débiles, no han sido
completamente aplastadas por estos fuertes vientos. Ellas contestaron, —Sin tener buenas raíces, usted lucha y
compite contra el viento, y con facilidad es derribado; nosotras, en cambio,
nos doblegamos ante el menor soplo de aire, y por lo tanto permanecemos
intactas, y nos salvamos.
“No hay árbol recio y consistente, si el viento no lo azota con
frecuencia”. Los huracanes o arrancan los árboles de escasas raíces o, si
resisten, los urgen a profundizar las que tienen. Lo mismo pasa con las
personas que han sido capaces de afrontar con éxito los desafíos del hogar, de
la profesión y de la historia. Son luchadores que triunfaron. Pero es
importante que sigas profundizando tus raíces siempre, que estés en permanente
crecimiento. P. Natalio.
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