El hijo más sagaz
Buenos
días, amigo/a
Un cirio encendido es un hermoso símbolo de la
sabiduría. En efecto, quien la posee sabe guiarse a sí mismo y a los demás. La
fe en Jesús es la sabiduría de los bautizados. Por eso en el bautismo se te
recomendó —mientras se entregaba un cirio a tus
padrinos— que
lleves por toda tu vida encendida esta luz hasta la venida de Jesús,
corona, gloria y descanso eterno.
En Etiopía cuentan la historia de un anciano que, en su lecho de
muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo: —No puedo dividir en tres lo que poseo. Eso dejaría muy pocos
bienes a cada uno de ustedes. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia,
al que se muestre más hábil e inteligente. Dicho de otra forma, a mi mejor
hijo. He dejado encima de la mesa una moneda para cada uno de ustedes. Tómenla.
El que compre con esa moneda algo con lo que llenar la casa, se quedará con
todo. Se fueron. El primer hijo compró paja, pero solo consiguió llenar la casa
hasta la mitad. El segundo hijo compró bolsas de pluma, pero no consiguió
llenar la casa mucho más que el anterior. El tercer hijo —que consiguió la herencia— sólo compró un pequeño objeto. Era
una vela. Esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.
La fe la regala Dios como una semilla. Te corresponde favorecer su
desarrollo y preservarla de todo peligro, para que llegue a madurez. El Señor
espera recoger los frutos de este regalo en el ambiente que te rodea. Tu fe
prosperará y se volverá fecunda si la cuidas con oración, Palabra de Dios,
sacramentos y obras de misericordia. El Señor cuenta contigo. No le falles. P.
Natalio.
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