El
águila y la zorra
Buenos
días, amigo/a
La fidelidad es un
valor que hoy por hoy anda rebajado y atenuado. No hay compromisos firmes. No
pocos cambian de esposa como se deja una camiseta por otra. Señal de inmadurez
e inconsistencia. Madurez
es la capacidad de tomar una decisión y sostenerla. Los inmaduros pasan sus
vidas explorando posibilidades para al fin no hacer nada. Madurez significa
confiabilidad, mantener la propia palabra, superar las crisis.
Un águila y una zorra que eran amigas decidieron vivir
juntas para ayudarse. El águila eligió un árbol elevado para poner allí sus
huevos, mientras que la zorra crió a sus hijos bajo unas zarzas junto al mismo
árbol. Un día la zorra salió a buscar alimento. El águila, acosada por el
hambre, bajó a las zarzas, atrapó los zorritos y con sus crías se dieron un
banquete. Al regresar la zorra, le dolió más no poder vengarse que la muerte de
sus pequeños. ¿Cómo podría ella alcanzar a un ave voladora? Se consoló
maldiciendo de lejos a su ahora enemiga. Al poco tiempo mientras unos pastores
sacrificaban una cabra, el águila cayó sobre ella y se llevó una víscera
humeante, colocándola en su nido. Vino un fuerte viento que transmitió el fuego
a las pajas, ardiendo también los aguiluchos que aún no sabían volar. Cayeron
al suelo, la zorra corrió y se los devoró uno tras otro, ante los ojos de su
enemiga.
En la base de esas
decisiones firmes que dan continuidad a los esfuerzos, hay siempre serias y
sólidas motivaciones. Esto requiere tiempo de reflexión para medir el alcance
del compromiso, la propia capacidad de superar crisis, y el auténtico valor de
la meta que nos atrapa y entusiasma. Es el precio del crecimiento y la madurez.
Pero vale la pena. P. Natalio.
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