Al terminar el día
Buenos
días, amigo/a
Hace poco vi en Internet un dibujo muy expresivo y gracioso. Junto a la
cama, de rodillas y envuelta en su camisón, oraba con las manos juntas una
niñita de unos tres años. En esa posición dirigía una discreta mirada a todos
sus muñecos y muñequitas que, también de rodillas, estaban varios a la derecha
y otros más a la izquierda. ¡Encantador por la ingenuidad!
Aquí te ofrezco un hermoso himno para cerrar el día.
Ya el sol del firmamento se retira,
mas tu fuego, Señor, alumbra siempre;
en nuestros anhelantes corazones,
derrama, ¡oh Trinidad!, tu amor perenne.
Contentos te servimos en el día
y fervientes ahora suplicamos
asocies nuestras almas y canciones
al coro de tus ángeles y santos.
La gloria y alabanza sempiterna
tributamos al Padre y a su Hijo,
y a ti, Divino Espíritu de entrambos
damos gracias por siglos infinitos.
“Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los
que pasáis la noche en la casa del Señor. Levantad las manos hacia el
santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión, el que hizo
cielo y tierra (Salmo 134). “Suba, Señor, hacia ti mi oración, como incienso en
tu presencia” (Salmo 141). Que la gratitud y la alabanza cierren cada día tu
jornada. P. Natalio.
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