El
pavo y el gallo
Buenos días,
amigo/a.
Una señora contaba: Mi marido tiene dos defectos molestos que me
fastidian mucho. Un día le propuse que si los dejaba, yo por mi parte
abandonaría dos malas costumbres que le incomodaran a él. — No sé qué defectos
puedas tener tú, — me dijo. Yo no me fijo sino en tus virtudes. De más está
decir que no hicimos ningún pacto y que él sigue con sus vicios.
Un pavo estaba pegando
una tremenda paliza a su pobre compañera; y un gallo le preguntó el por qué de
tanto furor. Resolló un tanto el pavo, y secándose el sudor:
—¿No ves -dijo-, que
fue esa pava a contar por todas partes un secreto que yo le había confiado? —¿Y
por esto le pegas? -dijo el gallo-. Pues, amigo, otra vez no la maltrates, que
será más decente; ni le confíes tus secretos, que será más prudente. G.
Daireaux.
La primera mujer, Eva, salió de
la costilla del hombre... no de los pies, para ser pisoteada. No de la cabeza,
para ser superior... sino del lado, para ser igual. Debajo del brazo, para ser
protegida y al lado del corazón, para ser amada. Que este símbolo ayude a los
esposos a cultivar cada día una mejor convivencia, hecha de respeto y mutua comprensión. P. Natalio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario