Vivo en una estrella
Buenos días,
amigo/a.
Cuando oras por tus queridos difuntos, te encuentras
con ellos en una misteriosa comunión de fe, esperanza y amor. Ellos han transpuesto
ya la frontera del tiempo y entrado en el ámbito de la eternidad, propio de
Dios. Siempre que haces oración por ellos, los encuentras dentro del dulce
abrazo con que Dios estrecha a los que lo aman.
Vivo en una estrella radiante de luz, no lloren mi
ausencia estoy con Jesús. Cuando llegué al cielo, cuando vi su faz, mi alma
dichosa se colmó de paz. El Dios de los cielos sanó toda herida, me tendió su
mano y encontré la vida. Un coro de ángeles y... la Virgen María me vino
a encontrar. ¿Qué más quieren hijos? ¡Dejen de llorar! ya desde mi estrella los
puedo mirar. Denme una sonrisa para descansar; piensen que los amo, búsquenme
en la flor, en la nueva brisa, ¡en lo que es amor! Que estoy presente como lo
está el sol, yo sigo latiendo en su corazón...
Si por la fe estás abierto al sentido cristiano
de la muerte, no te dejes abatir por la amargura ante una pérdida dolorosa. Tu
sensibilidad puede quedar destrozada. Pero, en la zona más secreta del alma, vives
una experiencia de paz, esperanza y gozo, porque estás seguro que tus muertos
viven ya una existencia trascendente. P. Natalio.
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