“Soy polvo y ceniza”
Buenos días, amigo/a.
Ubicarse ante Dios
significa ser
conscientes de nuestra pequeñez y dependencia, porque “El Señor es un
Dios grande, tiene en su mano los abismos de la tierra, son
suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque él lo hizo, suya
la tierra
que modelaron sus manos”, (Sal 95). Antes de hablar a Dios, Abrahán le
pedía perdón porque se sentía “polvo y ceniza”.
Una vez el Cura de Ars manifestó
a quien se confesaba: —Hija mía, no vaya Ud. a pedirle a Dios que
le dé el conocimiento total de su miseria. Yo lo pedí una vez, y lo alcancé. Si
Dios no me hubiera sostenido, hubiera caído al instante en la desesperación.
Semejante confidencia también la hizo al Hermano Atanasio, religioso de las
Escuelas Cristianas:
—Quedé tan espantado al conocer mi
miseria, que enseguida pedí la gracia de olvidarme de ella. Dios me escuchó,
pero me dejó la suficiente luz sobre mi nada, para que entienda que no soy capaz
de cosa alguna.
“Oh humildad, flor hermosa, veo que son pocas las almas que te poseen.
¿Será porque eres tan bella y a la vez tan difícil de conquistar? Oh sí, una y
otra cosa. Dios mismo se complace en ella. Sobre un alma humilde están entreabiertas
las puertas celestiales y un mar de gracias fluye sobre ella, (Santa Faustina).
Busca, pide y practica la humildad. P. Natalio.
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