jueves, 25 de septiembre de 2014

“Soy polvo y ceniza”


Buenos días, amigo/a.

Ubicarse ante Dios significa ser conscientes de nuestra pequeñez y dependencia, porque “El Señor es un Dios grande, tiene en su mano los abismos de la tierra, son suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque él lo hizo, suya la tierra que modelaron sus manos”, (Sal 95). Antes de hablar a Dios, Abrahán le pedía perdón porque se sentía “polvo y ceniza”.

Una vez el Cura de Ars manifestó a quien se confesaba: Hija mía, no vaya Ud. a pedirle a Dios que le dé el conocimiento total de su miseria. Yo lo pedí una vez, y lo alcancé. Si Dios no me hubiera sostenido, hubiera caído al instante en la desesperación. Semejante confidencia también la hizo al Hermano Atanasio, religioso de las Escuelas Cristianas:
Quedé tan espantado al conocer mi miseria, que enseguida pedí la gracia de olvidarme de ella. Dios me escuchó, pero me dejó la suficiente luz sobre mi nada, para que entienda que no soy capaz de cosa alguna.

“Oh humildad, flor hermosa, veo que son pocas las almas que te poseen. ¿Será porque eres tan bella y a la vez tan difícil de conquistar? Oh sí, una y otra cosa. Dios mismo se complace en ella. Sobre un alma humilde están entreabiertas las puertas celestiales y un mar de gracias fluye sobre ella, (Santa Faustina). Busca, pide y practica la humildad. P. Natalio.

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