lunes, 4 de agosto de 2014

La zorra y el cuervo


Buenos días, amigo/a.

Te invito a reflexionar hoy sobre la vanidad humana. “La cola del pavo real honra al que la creó; pero, el pavo no tiene nada que ver en ello”, (J. Leclercq). “El vanidoso es como un gallo que se imaginara que el sol sale para oírlo cantar”. “Vasito de barro: ¿por qué te quieres poner tan alto? ¿No ves que si te caes, te quiebras? ¿No sabes que el aroma de tus flores se percibe mejor si estás abajo?”, (V. Gar-Mar).

Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un árbol. Lo vio una zorra, y deseando apoderarse de aquella carne empezó a alabar al cuervo, elogiando su gran belleza, pero que lo afectaba el hecho de que no tuviera voz. El cuervo, para demostrarle a la zorra que no le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes gritos. La zorra, sin perder tiempo, rápidamente recogió la carne y le dijo: --Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría para ser el rey de las aves. Esopo.

Todos corremos el peligro de obrar para recibir la aprobación de los demás. Es como decirse a  sí mismo: “Verán lo que yo soy capaz de hacer”. Jesús nos precave de toda ostentación. Una vez dijo: “Al dar limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará”. P. Natalio

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