El
oso hormiguero
Buenos días,
amigo/a.
“Saluda con gozo y
agradecimiento el don inapreciable de este nuevo día. Trata con ternura cada
hora porque no retornará jamás. Elude con empeño todo aquello que mata el
tiempo. No escuches a labios ociosos, ni te quedes donde hay manos inactivas”,
(Mandino). Valiosos consejos para no ser presa de la holgazanería que frustra
tus propósitos y aleja tus mejores metas.
Tendido al sol y bien
envuelto en su espeso traje negro listado de blanco, el oso hormiguero gozaba
de la vida. Su mayor placer era, siendo él muy haragán, observar el trabajo de
las hormigas afanosas. Pasaba las horas enteras mirándolas: admiraba su
ingenio, su constancia, su actividad, su destreza, su fuerza. Habiendo oído
decir que a otros les bastaba vestir traje, lo mismo que él, negro con algo de
blanco, y tener, también como él, la lengua melosa, para vivir bien sin hacer
nada, tomó la costumbre, cuando tenía apetito, de estirar la lengua entre las
hormigas; y éstas, creyendo que era azúcar, se le pegaban en tropel y las
tragaba con toda tranquilidad. Daireaux.
Aprecia la virtud de la laboriosidad. Laboriosa es la persona que ama el
trabajo y trata de hacerlo bien. La laboriosidad lleva consigo la decisión de
aprovechar el tiempo, de concentrarte en el trabajo y de no abandonar
actividades a medio hacer. Haz hoy tu trabajo con entusiasmo, de buena gana,
con empeño, y así crecerás en esta virtud con traje de faena. P. Natalio.
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