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urgente
Buenos días,
amigo/a.
Minuto a minuto, con la mano abierta, en el surco de la vida, ¡siembra!
Deja caer el grano, entrega al mundo tu
ofrenda, como el Sembrador Divino, ¡siembra! Nada se pierde de lo que se
entrega; el Señor cosecha, tú, ¡siembra!
No importa que nunca veas el fruto en sazón; tú sólo eres instrumento:
¡siembra!
Se necesita: un ejército pacífico y unido que crea en el
valor de las pequeñas cosas; gente que construya la historia y no se deje
arrastrar por los acontecimientos; más corazones desarmados, en un mundo lleno
de rivalidades; almas magnánimas en una sociedad interesada; espíritus fuertes
para un tiempo de mediocridades; más trabajadores y menos personas que
critiquen. Necesitamos con urgencia, sin falta, una asociación de manos
bienhechoras encendiendo una luz para iluminar el pesimismo de la multitud con
un fósforo en las manos, pequeño, insignificante, pero que ilumine disipando la
oscuridad que trata de envolvernos.
Que este mensaje genere en tu corazón el
propósito de aprovechar mejor cada día “en todo lo que es verdadero y noble, en
todo lo que es justo y puro, amable y digno de honra, en todo lo que haya de
virtuoso y merecedor de alabanza” (Fil. 4, 8). . P. Natalio.
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