Como una escoba
Buenos días,
amigo/a.
El humilde reconoce a Dios como autor de todo bien. De él proviene todo
cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no
cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud
soberbia y envidiosa. El que quiere sobresalir no busca tanto alcanzar una
meta, sino crear distancia respecto de los otros.
Cuando Bernardita
Soubirous era religiosa de las Hermanas de la Caridad, una hermana de la
comunidad le enseñó una foto de los lugares de Lourdes y manifestaba la
grandeza de haber sido elegida para tan gran don como es la visión de la Virgen. Bernardita
se limitó a sonreír y, con aparente ingenuidad, preguntó: —Hermana, ¿para qué
sirve una escoba? —Para barrer. Bernardita siguió preguntando: — ¿Y después?
—Se guarda en su sitio, detrás de la puerta. —Así ha hecho la Virgen conmigo. Me usó y me
ha vuelto a poner en mi sitio. Y yo estoy muy bien.
Santo Tomás de Aquino afirma que Cristo recomendó tanto la
humildad, porque ella anula el principal
impedimento para nuestra santificación. Todas las demás virtudes derivan de
ella su valor. Sólo a ella le concede Dios sus dones, y los retira cuando ella
desaparece. Bernardita fue instrumento de la Virgen María por su humildad.
P. Natalio.
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