lunes, 21 de abril de 2014

Educar


Buenos días, amigo/a.

“Las palabras mueven, los ejemplos arrastran”, dice el proverbio. En efecto, nada es mejor que el testimonio de vida para moldear el carácter de los niños en el hogar o en la escuela. Por eso padres y educadores deben vigilar su propia conducta para que incida positivamente en los chicos. Por ejemplo: dominio de si mismos, sinceridad permanente, prioridad del deber, etc.

No educas cuando impones tus convicciones, sino cuando suscitas convicciones personales. No educas cuando impones conductas, sino cuando propones valores que motivan. Educas cuando enseñas a caminar, cuando despiertas el coraje de ser libres, cuando fomentas la capacidad de pensar por cuenta propia. No educas cuando impones el terror que aísla, sino cuando liberas el amor que acerca y comunica. No educas cuando impones tu autoridad, sino cuando cultivas la autonomía del otro. Educas cuando respetas la originalidad que diferencia, cuando enseñas a buscar honestamente la verdad, cuando formas personas responsables.

El que educa debe proponer, motivar y ayudar a adquirir buenos hábitos. La única diferencia entre el adulto fracasado y el que ha tenido éxito está en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Por lo tanto, valorice el educador este tiempo de formación, en que ayuda a poner las bases del futuro a los niños y jóvenes. P. Natalio.

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