¿Qué
traerá este día?
Buenos días,
amigo/a.
La oración humilde
y confiada conmueve el corazón de Dios. A nosotros también nos enternecen los
niños cuando con encantadora espontaneidad nos piden que les ayudemos a hacer
un dibujo, a atarles los cordones de los zapatitos, etc., y no podemos
negarnos. Su humilde confianza nos impulsa a prestarles cualquier servicio.
¡Lo que tú quieras,
Señor!, pero te pido fe para mirarte en
todo, esperanza para no desfallecer, caridad perfecta en todo lo que haga,
piense y quiera. Dame paciencia y humildad. Dame desprendimiento y un olvido
total de mí mismo. Dame, Señor, lo que tú sabes me conviene y yo no sé pedir.
¡Que pueda yo amarte cada vez más y hacerte amar de los que me rodean! ¡Que sea
yo grande en lo pequeño! ¡Que siempre tenga el corazón alerta, el oído atento,
la mente activa y el pie dispuesto! ¡Derrama, Señor, tus gracias sobre todos
los que quiero! Amén.
La oración que
haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y
confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda
el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera
el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de
tu jornada. P. Natalio.
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