domingo, 9 de febrero de 2014

El amor que plenifica


Buenos días, amigo/a.

La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “No hagas a nadie lo que no te agrada a ti”. Norma fundamental y obvia, pero tantas veces transgredida por egoísmo o inconsciencia. “Al final de la vida se nos juzgará por el amor”.

Amar, no es sentirse emocionado por otro, sentir afecto sensible por otro, abandonarse en brazos de otro, admirar a otro, querer poseer a otro; amar, es en esencia entregarse a otro y a los otros. El amor es un camino de una sola mano: parte siempre de ti y se dirige a los demás. Cada vez que tomas un objeto o a un persona para ti, dejas de amar, pues dejas de entregarte. Vas a contramano. Revisa a menudo la autenticidad y pureza de tus amores. No te limites a preguntarte: ¿amo? Analiza: ¿renuncio a mí mismo, me olvido de mí mismo, me entrego? (Michel Quoist). 

El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás.encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada. P. Natalio.

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