jueves, 19 de diciembre de 2013

Semillas: el Ángel vendedor

Buenos días, amigo/a.

Te ofrezco hoy una hermosa parábola moderna que ilustra una verdad de
gran trascendencia para la vida. Te aclarará lo que Dios espera de ti.
Lo que logra la oración y lo que no puedes esperar con los brazos
cruzados.

Anoche tuve un sueño raro. En la plaza mayor de la ciudad habían
abierto un negocio nuevo. El cartel decía: "Regalos de Dios". Entré:
un Ángel atendía a los clientes. Yo, asombrado, le pregunté: —¿Qué es
lo que vendes, ángel del Señor?  —Ofrezco cualquier don de Dios.
—¿Cobras muy caro? —No, los dones de Dios son gratis. Miré los grandes
estantes; estaban llenos de ánforas de amor, frascos de fe, bultos de
esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más. Yo tenía gran
necesidad de todas aquellas cosas. Cobré valor y le dije al Ángel:
—Dame, por favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto
de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación. Mucho me
sorprendí cuando observé que el Ángel, de todo lo que yo le había
pedido, me había hecho un solo paquete; y el paquete allí estaba en el
mostrador, un paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón. —¿Será
posible, esto es todo? —pregunté. El Ángel me explicó: —Es todo, Dios
nunca da frutos maduros; él sólo da pequeñas semillas, que cada uno
debe cultivar.

Querido amigo/a, Dios te ayudará con sus gracias, pero te dejará un
buen margen de acción para que colabores con él. No te anula, sino que
te invita a poner toda tu buena voluntad con la libertad de un hijo de
Dios, “creado a su imagen y semejanza”. P. Natalio.

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