martes, 24 de septiembre de 2013

Sentirnos hermanos

Buenos días, amigo/a.

La comunicación te abre a las riquezas de las personas, mientras dejas
que también ellos se enriquezcan con tus propios dones. Sin la
comunicación, que es abrirse a los demás y aceptarnos mutuamente tal
como Dios nos hizo, no puede haber verdadero amor. Encerrarse en uno
mismo es muerte, en cambio abrirse fraternalmente es vida, libertad y
madurez.

El Papa Juan 23º —José Roncalli era su nombre de nacimiento— poseía al
parecer un instinto rápido y certero para hacer que los demás se
sintieran cómodos en su presencia. Recibió una vez una delegación de
judíos y usando entonces su nombre de pila, recurrió a una cita del
Antiguo Testamento para saludarlos. Abrió los brazos y les dijo: —Yo
soy José, el hermano de ustedes.

Aquí tienes una acertada oración: “Señor Jesús, maestro de
fraternidad, dame la convicción y el coraje de abrirme. Rompe en mí
los retraimientos y temores que obstaculizan la corriente de la
comunicación. Dame generosidad para lanzarme sin miedo a ese juego
enriquecedor de abrirme y aceptar. Dame la gracia de la comunicación”.
El Señor te bendiga y asista. P. Natalio.

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