El misterio de la vida
Buenos días, amigo/a
Hay una oración muy buena para recordar cuando nos sucedan esas cosas
desagradables que no tienen más solución: “Señor, concédeme fortaleza
para solucionar lo que tiene solución; pero, valor para aceptar lo que
ya no tiene solución; y sabiduría para reconocer la diferencia”. Es
una sabia lección que se resume así: “Aceptar, olvidar, y seguir
adelante”.
Padre mío, dueño de la vida y de la muerte. Dame la gracia de aceptar
con paz el misterio doloroso de la vida, las enfermedades, la
decadencia y la muerte; aceptarlas sin lamentos, sin lágrimas, en
silencio y paz. Me acuerdo de que tu Hijo transformó lo más negativo e
inútil del mundo, como es el dolor y la muerte, en fuente de redención
y vida eterna. Yo también quiero que desde hoy mi dolor y mi muerte
sean fuente fecunda de redención. A partir de este momento quiero
sufrir con Jesús y como Jesús. En tus manos, Padre mío, me abandono
con mi vida y mi muerte, mi salud y mi enfermedad. Amén. Ignacio
Larrañaga.
Quien vive abandonado en el Señor crece en una relación verdaderamente
filial con Dios, su Padre; está disponible a todo lo que se presente,
su corazón se vuelve simple y libre, tiene facilidad para vivir con
humildad de corazón los misterios de la vida, se libera de toda
ansiedad por el porvenir incierto: “Será lo que el Padre quiera”, dice
con total sumisión. P. Natalio.
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