jueves, 30 de mayo de 2013

La gaviota y el pescador

Buenos días, amigo/a

Vivir feliz es un arte. Y nada contribuye tanto a la paz del corazón
como valorar todo lo bueno, agradable y valioso de la propia
situación. Serás positivo, optimista y lleno de esperanza cuando te
acostumbres a detectar cada día todo lo que te da satisfacción y
contento, todo lo que te gratifica. Y sencillamente lo agradeces a
Dios, sin compararte con los demás.

Una gaviota amaneció volando muy alto sobre el mar. Allá abajo divisó,
haciendo espumas entre tanto azul, la barca de un pescador. —¡Ah, si
yo tuviera una red como la de ese hombre – se dijo la gaviota–  no
tendría por qué resignarme a agarrar un solo pez tras varios intentos
de vuelo en picada en el agua! A su vez, el pescador, embelesado con
el vuelo de la gaviota, se decía: —Si tuviera el privilegio de ver
desde lo alto lo que puedo pescar, no me aventuraría tanto en aguas
profundas y ni siquiera me alejaría de la costa en la madrugada.


La sabiduría consiste entonces en no compararte con los demás, porque
todo humano tiene sus cruces y falencias, sus días de sol y de
nublados, su tiempo de reír y de llorar. Tú enumera tus propios
bienes, y da gracias al Señor, y aprende a agradecer incluso lo que
encierra dolor y fracaso, porque hay también allí  misteriosas
semillas de vida y superación. P. Natalio.

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