El guiso de lentejas
Buenos días, amigo/a
La sinceridad es una virtud exigente, ya que puedes faltar a la verdad
de distintas y sutiles maneras. Por ejemplo, con la simulación, que es
mentir con los hechos, o con la hipocresía pasando por lo que no se
es, o con jactancias atribuyéndose uno excelencias que no posee, o con
adulaciones cuando se engaña para sacar algún provecho de los otros.
Un día el filósofo griego Diógenes estaba comiendo un plato de
lentejas, sentado al lado de su casucha. No había en Atenas un
alimento más humilde y vulgar. Comer guiso de lentejas, significaba
ser de ínfima condición social. Pasó un ministro del Emperador, y le
dijo: —¡Ay, pobre Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y adular
un poco más al Emperador, no tendrías que comer lentejas. Diógenes
dejó de comer, levantó la vista y, mirando intensamente al acaudalado
interlocutor, contestó: —¡Ay de ti, pobre hermano! Si aprendieras a
comer lentejas, no tendrías que ser tan sumiso y adular tanto al
Emperador.
Para vivir en una Patria noble y digna cada ciudadano debe aportar su
conducta honesta. A veces la falta de integridad se quiere justificar
diciendo que todos actúan así; o que es la única forma de salir
adelante. Es necesario vivir según los principios, aunque esto suponga
ir “contra corriente”. Es la única manera de levantar el nivel moral
de nuestra sociedad. P. Natalio.
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