Para restaurar la paz
Buenos días, amigo/a
Al fin de una jornada agitada de lucha y de trabajo, nada ayuda tanto
a restaurar la paz en el alma como una oración llena de confianza en
el Señor. En efecto, en él encontramos un refugio seguro, un guardián
siempre vigilante, un pastor que nos acompaña con solícito cuidado. El
himno litúrgico que te ofrezco te introducirá en este ambiente de
celestial compañía.
Ya el sol del firmamento se retira, mas tu fuego, Señor, alumbra siempre;
en nuestros anhelantes corazones, derrama, ¡oh Trinidad!, tu amor perenne.
Contentos te servimos en el día y fervientes ahora suplicamos
asocies nuestras almas y canciones al coro de tus ángeles y santos.
La gloria y alabanza sempiterna tributamos al Padre y a su Hijo,
y a ti, Divino Espíritu de entrambos damos gracias por siglos infinitos.
“Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la
noche en la casa del Señor. Levantad las manos hacia el santuario, y
bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión, el que hizo cielo y
tierra (Salmo 134). “Suba, Señor, a ti mi oración, como incienso en tu
presencia” (Salmo 141). Que la gratitud y la alabanza cierren cada día
tu jornada. P. Natalio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario