domingo, 10 de febrero de 2013

El abeto y el espino

Buenos días, amigo/a

Es fundamental convencerme que, si quiero ser yo mismo, el único punto
de referencia para superarme soy yo. No necesito compararme con nadie
más. Lo correcto es conocer mis talentos y habilidades, alegrarme de
lo que tengo y no estar ansioso por mis límites y carencias. Que esto
te ayude a vivir con equilibrio y en paz tu propia realidad.

Disputaban entre sí el abeto y el espino, a ver cuál era el mejor
árbol. Se jactaba el abeto diciendo: —Soy hermoso, esbelto y alto,
luzco en los parques de los reyes y sirvo para construir las naves y
los techos de los templos. ¿Cómo tienes la osadía de compararte a mí,
arbolito de ínfima calidad? —¡Si recordaras -replicó el espino- las
hachas y las sierras que te cortan, preferirías la suerte del espino,
que sobrevive a los grandes! Esopo.

No te compares nunca con los demás, porque todo humano tiene éxitos y
fracasos, días de sol y de nublados, tiempo de risas y de duelo,
épocas de penuria y prosperidad. Enumera y goza, en cambio, tus
propios bienes y agradécelos al Señor y él te librará celos y envidia.
Es lo que expresa este refrán: “Hueso que te tocó en parte, róelo con
arte”.   P. Natalio.

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