Al Espíritu Santo
Buenos días, amigo/a
El Espíritu Santo habita en el bautizado en estado de gracia como en
un templo y es para nosotros el principio de la vida sobrenatural, así
como el alma es el principio de la vida corporal. Por eso podría
decirse que, si el hombre está compuesto de cuerpo y alma, el
cristiano está compuesto de cuerpo, alma y Espíritu Santo. Aquí tienes
una hermosa oración a este divino Espíritu.
Ven, Espíritu Santo, luz y gozo, Amor, que en tus incendios nos abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo que por mis labios canta tu alabanza.
En sus fatigas diarias, sé descanso; en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre, que engendra flores y que quema zarzas.
Ven, Amor, que iluminas el camino, compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo y a abrir nuevos senderos de
esperanza. Amén.
El Espíritu Santo comunica al bautizado la vida divina, la vigoriza y
perfecciona. Nos alienta a practicar buenas obras. Con este fin, nos
enriquece con sus siete dones que generan en nuestra vida actos
eminentes de virtud, llamados frutos del Espíritu. A saber, aplica a
cada uno la Redención de Cristo, en especial por los sacramentos de la
Iglesia. P. Natalio.
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