martes, 18 de diciembre de 2012
Señor, tú me llamaste…
Buenos días, amigo/a
Hay llamadas de Dios que exigen un cambio fundamental en la vida, pero
otras más sutiles sólo significan una nueva orientación dentro de tus
habituales ocupaciones. Lo importante es vivir siempre alerta al
Espíritu de Dios que nos inspira y mueve emprender una vida más plena
y satisfactoria, más generosa y entregada.
Señor, tú me llamaste para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la Buena Nueva, para sanar las almas.
Instrumento de paz y de justicia, pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente, mano que bendice y que ama.
Señor, tú me llamaste para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas, que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos, haz lo que quieras conmigo.
Todos en una época de su vida tienen que afrontar una decisión
importante: ¿qué seré cuando sea grande? Es el planteo del problema
vocacional. Resolverlo con acierto es decisivo porque incide en tu
felicidad. Para eso debes empezar por conocer tu propia verdad:
inclinaciones y disposiciones naturales que te marcan, desde el
nacimiento, una dirección. P. Natalio.
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