miércoles, 21 de noviembre de 2012

Regalo de bodas


Buenos días, amigo/a.

No es común captar la fuerza transformadora que tiene el sacrificio
generoso para ayudarnos a crecer espiritualmente. El motivo es simple:
porque nos ayuda a vencer nuestro egoísmo, el mayor obstáculo que
impide amar de verdad. Una anécdota para ejemplificarlo.

Narró la Madre Teresa de Calcuta que una vez dos jóvenes fueron a
verla y donaron mucho dinero para dar de comer a la gente. Ella en
Calcuta daba de comer a nueve mil personas al día. Querían que el
dinero se destinara para alimentar a esta gente. Cuando les preguntó
de dónde sacaron tanto dinero, ellos le respondieron: “Nos acabamos de
casar hace dos días. Antes de la boda, decidimos que no compraríamos
trajes para la ceremonia ni para la fiesta. Queremos darles a ustedes
el dinero”. Para un hindú de clase alta esto es un escándalo. Después
les preguntó: “¿Por qué lo han hecho?”. Ésta fue la extraña respuesta
que le dieron: “Nos amamos tanto que queríamos dar algo a otros para
comenzar nuestra vida en común con un sacrificio”. Madre Teresa
comentaba: “Me impresionó mucho el constatar cómo estas personas
estaban hambrientas de Dios”.


Cada uno tiene algo para dar. Dinero, talento, tiempo o una simple
oración. La generosidad es una virtud que nos eleva y nos pone en
sintonía con nuestra semejanza divina. ”Dios, que da el fruto y la
luz, sirve. Pudiera llamársele así: «El que sirve». Y tiene sus ojos
fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A
quién? ¿Al árbol, a tu amigo, o a tu madre?”.  P. Natalio.

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