miércoles, 14 de noviembre de 2012
Dos gallos y una perdiz
Buenos días, amigo/a
En los grupos humanos suelen darse defectos que ya los apóstoles
detectaron en las primeras comunidades cristianas. Con frecuencia se
refieren a las discordias, envidias y rivalidades, que rebajan la
calidad humana de los grupos. Y señalan al mismo tiempo las virtudes
sociales o comunitarias que deben cultivar, como la benevolencia, la
humildad, la dulzura, la paciencia.
Un hombre que tenía dos gallos, compró una perdiz doméstica y la llevó
al corral junto con ellos para alimentarla. Pero estos la atacaban y
la perseguían, y la perdiz, pensando que lo hacían por ser de distinta
especie, se sentía humillada. Pero días más tarde vio cómo los gallos
se peleaban entre ellos, y que cada vez que se separaban, estaban
cubiertos de sangre. Entonces se dijo a sí misma: -- Ya no me quejo de
que los gallos me maltraten, pues he visto que ni aun entre ellos
mismos están en paz. (Fábula de Esopo).
La incomprensión y rivalidad entre las personas es una realidad
cotidiana. Hasta entre los miembros de la familia y en las
asociaciones religiosas sucede lo que la Reina de la Paz advirtió en
un mensaje: “Hijitos, oren y no permitan que Satanás actúe en sus
vidas con malentendidos, incomprensiones y faltas de aceptación entre
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