El perro y el carnicero
Buenos días, amigo/a
El hombre descubre en su conciencia una ley que él no se da a sí
mismo, sino que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario,
en su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar
el mal... Horacio, poeta latino, escribió: “Tu regla inviolable deber
ser, no hacer nunca nada que hiera tu conciencia y de lo que tengas
que ruborizarte”.
Cuenta Esopo, fabulista griego, que una vez entró un perro en una
carnicería, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus
clientes, arrebató un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el
carnicero y, viéndolo huir y sin poder hacer ya nada, gritó
amenazándolo con mucha severidad : —¡Oye, amigo, allí donde te
encuentre, no dejaré de mirarte!
El buen carnicero quería ser como la voz de la conciencia para el
perro ladrón… Alguien dijo acertadamente: “El tigre desgarra a su
presa y duerme; el hombre se convierte en homicida y no puede
conciliar el sueño”. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre
percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina. Aprovecha
bien este regalo de Dios. P. Natalio.
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