Sé paciente contigo
Buenos días, amigo/a.
San Francisco de Sales fue el santo de la bondad y la mansedumbre. En
la base de estas dos virtudes hay siempre una inquebrantable
paciencia, que preserva la serenidad y paz del corazón. Hoy te ofrezco
una sabia reflexión de este santo que fue también un apreciado
director espiritual. Es un fragmento de una carta a una persona
acompañada por él.
Sé paciente con todos, pero sobre todo contigo mismo. Quiero decir que
no te desalientes con tus imperfecciones, sino levántate siempre con
nuevo valor. Me alegro de que siempre comiences de nuevo cada día, no
hay mejor medio de alcanzar la vida espiritual que el comenzar
constantemente y no pensar nunca que ya se hizo bastante. ¿Cómo
seremos pacientes con las faltas del prójimo, si somos impacientes con
las nuestras? Toda corrección fructífera procede de una mente serena y
tranquila.
Dile, pues, hoy al Señor: “Ayúdame a luchar con paz y gozo, caminando
firme, sereno sin prisas. Quiero trabajar bajo tu luz, sabiendo que
comprendes mis errores y que siempre puedo empezar de nuevo. Porque tú
tienes confianza en mí, me esperas, y deseas que viva sanamente”. Que
siempre estés dispuesto a comenzar de nuevo. P. Natalio.
Buenos días, amigo/a.
San Francisco de Sales fue el santo de la bondad y la mansedumbre. En
la base de estas dos virtudes hay siempre una inquebrantable
paciencia, que preserva la serenidad y paz del corazón. Hoy te ofrezco
una sabia reflexión de este santo que fue también un apreciado
director espiritual. Es un fragmento de una carta a una persona
acompañada por él.
Sé paciente con todos, pero sobre todo contigo mismo. Quiero decir que
no te desalientes con tus imperfecciones, sino levántate siempre con
nuevo valor. Me alegro de que siempre comiences de nuevo cada día, no
hay mejor medio de alcanzar la vida espiritual que el comenzar
constantemente y no pensar nunca que ya se hizo bastante. ¿Cómo
seremos pacientes con las faltas del prójimo, si somos impacientes con
las nuestras? Toda corrección fructífera procede de una mente serena y
tranquila.
Dile, pues, hoy al Señor: “Ayúdame a luchar con paz y gozo, caminando
firme, sereno sin prisas. Quiero trabajar bajo tu luz, sabiendo que
comprendes mis errores y que siempre puedo empezar de nuevo. Porque tú
tienes confianza en mí, me esperas, y deseas que viva sanamente”. Que
siempre estés dispuesto a comenzar de nuevo. P. Natalio.
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