Desacelera el ritmo
Buenos días, amigo/a
“Si el nadador levanta la cabeza es para «recobrar aliento». Si el
automovilista se detiene frente a un surtidor, es para «cargar nafta».
Si te detienes es para tomar conciencia de ti mismo, para unificar
todas tus potencias, ordenarlas y dirigirlas para comprometerte por
entero en tu vida”, (M. Quoist). Decídete a vivir intensamente el
momento presente, con serena sabiduría.
Desacelera el ritmo de tu corazón silenciando tu mente. Resuelve sólo
una cosa por vez. Rompe la tensión de tus nervios y músculos con la
dulce música de los arroyos que viven en tu memoria. Vive intensamente
la paz del sueño. Aprende a tomar vacaciones de un minuto, al
detenerte a mirar una flor, al conversar con un amigo, al contemplar
un amanecer o al leer algunas líneas de un buen libro. Recuerda que
una vida más intensa no quiere decir una vida más rápida. Mira las
ramas del roble que florece y comprende que creció grande y fuerte
porque creció despacio y bien. Ten calma, desacelera el paso y echa
tus raíces en la buena tierra de lo que realmente vale, para así
crecer hacia las estrellas. Cada mañana, al despertar, pide a Dios que
te dé serenidad y fortaleza para enfrentar las luchas cotidianas.
“Si vas siempre a velocidades muy altas, cansarás el motor del auto.
Si vives siempre «bajo presión», tu cuerpo y tu espíritu se gastarán
muy pronto. Si corres tanto no encontrarás a nadie y, lo que es más
grave, no te encontrarás ni a ti mismo. Si quieres captar lo más
profundo que hay en ti, has de saber detenerte y reflexionar”, (M.
Quoist). ¡Excelente consejo! P. Natalio.
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