domingo, 22 de julio de 2012


Naranjas en el océano



Buenos días, amigo/a

Es muy oportuno para crecer en la fe practicar la oración de petición.
Por ella permites a Dios entrar en la trama concreta de tu vida.
Sientes así la presencia y cercanía del Señor en tus problemas
cotidianos. A él no le molesta estar presente en los mínimos detalles
de tu existencia, porque te ama. Es también un camino de sólida y
auténtica humildad y sencillez.

En un viaje por el océano, una señora se puso tan enferma por el mareo
que el médico le dijo que solo comiendo naranjas podría restablecerse.
La señora, en su debilidad dijo: —Doctor no se preocupe. Mi padre
celestial me las enviará. Yo voy a pedírselo ahora. —Pero, querida
señora —contestó él— no olvide que nos encontramos en medio del
océano. —No importa, amigo mío; para Dios todo es posible. Unas horas
más tarde, el mismo doctor entraba corriendo hasta la enferma, para
poner a los pies de su cama un cesto colmado de naranjas. Como pudo,
nervioso y maravillado, explicó su procedencia. —Un buque averiado… Un
cargamento de naranjas en el buque…Un… —¡Un milagro de mi Padre
celestial, doctor! —le interrumpió la enferma.

Rezar por cualquier necesidad —grande o pequeña, espiritual o
material— te ofrece la ocasión de verificar la proximidad de Dios. Él
quiere librarte de tus angustias y afanes y se pone a tu alcance para
cualquier necesidad. De este modo entrarás en una relación afectuosa,
verdadera y concreta con Dios. P. Natalio.

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