domingo, 29 de julio de 2012

El deber, clave de felicidad


Buenos días, amigo/a

Las obligaciones asumidas constituyen lo que Dios espera de ti, porque
son la expresión concreta de su voluntad. Son esas exigencias de la
vida familiar, de tu trabajo o profesión, de las relaciones humanas
que te envuelven. La paz y la felicidad no surgen de algunas grandes y
espectaculares actuaciones, sino del cumplimiento de los deberes de
cada día.

Hay un momento admirable en la vida del hombre: es cuando tomas ante
tu propia conciencia el compromiso de cumplir cada día tu deber. De
allí en adelante, comienzas a mirar todo desde otro punto de vista, y
cada cosa cobra nueva perspectiva y nuevo valor. De allí en adelante,
te abres a una nueva etapa, más hermosa y sublime, porque en tu vida
ha entrado a ocupar un lugar decisivo, el deber en vez del dinero, del
placer, del confort, del egoísmo indiferente. Y si el deber ocupa el
primer lugar, también lo ocupa Dios, y si Dios está primero, todo está
en orden. Así puedes gozar de la verdadera paz. La fidelidad al deber,
a las exigencias de tus relaciones personales es fidelidad al amor, y
el único acceso a la auténtica felicidad.


Tu vida, como la de todos, transcurre entre sencillas tareas. Puedes
caer en el grave error de juzgarlas sin importancia y hacerlas sin
implicarte con entusiasmo y amor poniendo lo mejor de ti mismo. No
olvides que “no hay virtud más eminente que la de hacer sencillamente
lo que tenemos que hacer”. Que descubras y vivas la felicidad y paz
del deber cumplido. P. Natalio.

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