miércoles, 27 de junio de 2012


Yo he sentido, Señor



Buenos días, amigo/a

La oración auténtica es un encuentro con Dios. Por ella te acercas a
la realidad de un Dios vivo, cercano, presente: un Dios persona. El
núcleo de la oración es saber escuchar a Dios, porque el personaje
clave en este diálogo de amor, no soy yo, sino Dios. La actitud de
humilde escucha es una prueba de amor: es abrirse a la voluntad de un
Dios que ilumina.

Yo he sentido, Señor, tu voz amante, en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas la armonía gocé de tu semblante.

No me llegó tu acento amenazante entre el fragor de trueno y de centellas;

al ánima llamaron tus querellas como el tenue vagido de un infante.

¿Por qué no obedecí cuando te oía? ¿Quién me hizo abandonar tu franca vía

y hundirme en las tinieblas del vacío?

Haz, mi dulce Señor, que en la serena noche vuelva a escuchar tu cantilena;

¡ya no seré cobarde, Padre mío!


Para disponerte a escuchar, puedes presentar al Señor alguna pregunta
que centre tu atención e impida cualquier divagación. Por ejemplo,
puedes decirle: Señor, ¿qué quieres de mí en esta situación? O bien,
¿qué deseas insinuarme con esta página del Evangelio? Si al orar
buscas con decisión la voluntad de Dios, tu vida cristiana crecerá
solidamente. P. Natalio.

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