El sentido de la vida
Buenos días, amigo/a
La vida es nuestro máximo valor y, a la vez, nuestro máximo problema.
Tememos perderla; nos angustia la muerte física. Pero hay otra muerte
más sutil que nos envuelve: no encontrarle sentido a la vida. ¿Es
exagerado decir que el hombre de hoy ya no sabe a dónde va ni para qué
vive? Vive nadando entre el placer y la comodidad... pero
insatisfecho: no experimenta la alegría de vivir.
Santa Paula tuvo en Roma una juventud rodeada de lujos. Se casó muy
bien. Continuó en el matrimonio aquella vida de esplendor y bienestar.
Sentía repulsión por los pobres. Pero, un día, entró en su palacio la
tristeza y el luto. Paula perdió a su marido. Pasó varios días
encerrada en su dolor. Cuando dejó su retiro, estaba transformada.
Había encontrado a Cristo. Reapareció vestida con sencillez. Las
puertas del palacio se abrieron a los pobres y enfermos. Andaba
presurosa por Roma, hacia el barrio de los pobres. Lavaba a los
enfermos sus heridas purulentas. A los niños les limpiaba las cabezas
llenas de parásitos. Antes de morir dejó, por testamento, todos sus
bienes a los pobres.
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los
demás encuentra su madurez y plenitud. “Si te preocupas demasiado por
ti mismo, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará
tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de
sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada”. P. Natalio.
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