Por falta de vigilancia
Buenos días, amigo/a.
Jesús llamó felices a los puros de corazón porque ellos verán a Dios.
El salmista dijo que sólo los de manos limpias y puro corazón pueden
presentarse delante del Señor. Esa limpieza del alma Dios nos la ha
confiado a nosotros y nos presta toda la ayuda que le pidamos con tal
finalidad. Vigila por lo tanto tus pensamientos y sentimientos.
Breno, caudillo galo, invadió Roma al frente de sus tropas. Algunos
romanos se refugiaron en el Capitolio. Una noche con gran sigilo
asaltaron los galos, pero los gansos que anidaban en las cornisas del
edificio, despertaron con sus graznidos a los desprevenidos defensores
que al punto rechazaron el ataque. Los sitiados, para dar a entender
que no estaban acosados por el hambre, arrojaron a los galos gran
cantidad de pan. Los perros del Capitolio no ladraron al escalar los
enemigos la fortaleza. En castigo de su falta de vigilancia, en una
fiesta anual, algunos perros eran sacrificados recordando el suceso.
La nobleza y belleza del alma dependen de la vigilancia sobre el
corazón. Dios se apareció a Abrahán y le dijo: “Camina en mi presencia
y sé perfecto”. Nada mejor pues que vivir en la presencia de aquél que
“es luz y en quien no existe tiniebla alguna”: su luminosidad nos
ayudará a tener un corazón recto, noble, justo. P. Natalio.
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