Entrega generosa
Buenos días, amigo/a.
El hombre aferrado a situaciones, personas o cosas vive entre
delirios, minimiza o sobrevalora los sucesos y las cosas según sus
deseos y temores. No ve las cosas como son, sino que las reviste de
sus pensamientos y las ve a la luz de sus ficciones. Por eso, su vida
es una existencia fragmentaria, ansiosa e infeliz. (I. Larrañaga).
Una vez un joven fue al desierto a vivir con los monjes. Se presentó a
san Antonio y le pidió un consejo de salvación, añadiendo que había
vendido todos sus bienes y distribuido el dinero a los pobres. Sólo se
había reservado pocas cosas para subsistir. El abad Antonio lo mandó a
la ciudad a vender lo que tenía y con el dinero comprar carne, que
debía traer atada a su cuerpo en el viaje de regreso. Al volver se
presentó al santo con la ropa hecha jirones y el cuerpo mordido y
lastimado. “Padre, mire el costo de su orden: ¡los perros y gavilanes
casi acaban conmigo!”. “Recuerda esta lección: -dijo el santo- para
seguir a Jesús debes dejarlo todo. Si te reservas algo, eso arruinará
tu vida”.
Para que un buque mercante amarrado a un dique pueda surcar los mares,
necesita soltar todas las maromas. Para que el hombre pueda navegar
por los mares de la libertad necesita soltar los deseos apropiadores.
Hay que luchar con pasión en la vida, pero también con paz, sin
permitir que las cosas te esclavicen. (Id) P. Natalio..
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