lunes, 27 de febrero de 2012


En tiempo de enfermedad


Buenos días, amigo/a.

Los infortunios y enfermedades traen siempre algún valioso mensaje que
puedes aprovechar con sabiduría. Pero hay que reflexionar con calma
para atesorar la experiencia que dejan, porque las desgracias
descubren al alma luces que en la prosperidad no llegas a percibir.

Señor tú conoces mi existencia, conoces mi dolor. Has visto mis ojos
llorar, mi rostro triste, mi cuerpo doliente y mi alma atribulada.
Seguiré tus pasos, Señor, porque “tu yugo es suave y tu carga es
ligera”. Hazme comprender tus sufrimientos, tu amor hacia los hombres.
Sé que estoy cumpliendo en mi vida lo que falta a tu dolorosa pasión.
Ayúdame a sufrir, con paz y alegría, sin quejarme. Ayúdame a sufrir
con amor. Te pido por todos los que sufren, los pobres, los que no
reciben ni siquiera un poco de cariño. Señor, sé que transformarás en
rosas todas mis espinas, sé que todo, también el dolor, lo dispones
para el bien de los que te aman. Te amo Jesús mío. Amén.

La lección más importante que puedes aprender en tu vida no es que en
el mundo hay dolor, sino que depende de ti sacar provecho de él, pues
se te ha permitido cambiarlo en gozo, (R.Tagore). He leído: Tus
dolores son como astillas de la cruz de Cristo. No está bien que
adorando esa cruz, maldigas sus astillas. P. Natalio.

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