martes, 24 de enero de 2012

La rosa y el sapo


Buenos días, amigo/a.

En tu vida de relación con los demás, cuídate de subestimar a los
pequeños y a los débiles. La sabiduría del Creador ha dispuesto tan
armónicamente sus obras que todo tiene su razón de ser: lo débil y lo
fuerte, lo grande y lo pequeño. Considera pues con atención y verás
cómo cada uno aporta sus dones para el bien de la convivencia humana.

Había una vez una rosa roja muy bella. Sabía que era la mejor del
jardín. Sin embargo, notaba que la gente la admiraba de lejos.
Advirtió que junto a ella siempre había un sapo grande y oscuro. “¡Por
eso nadie se acerca a mí!”, pensó indignada, y ordenó al sapo que se
fuera enseguida. El sapo, muy obediente, se retiró. Días después, el
sapo pasó por allí y se sorprendió al ver la rosa marchita, sin hojas
y sin pétalos. Le dijo entonces: —¡Qué mal se te ve! ¿Qué te pasó? La
rosa contestó: —Desde que te fuiste las hormigas me han comido día a
día, y ya no volví a ser igual. El sapo añadió: —Así es, cuando estaba
aquí, devoraba esas hormigas, y siempre eras la más bella del jardín.

Valora lo que hacen las personas, incluso en tareas no tan brillantes,
pero sí indispensables. Fórmate una idea exacta de la interdependencia
que todos tenemos y del aprecio mutuo que nos debemos. Que sepas hoy
bajar a lo concreto esta reflexión. Por ejemplo, di una palabra de
sincero aprecio a la mamá por sus trabajos del hogar. P. Natalio.

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