domingo, 29 de enero de 2012


Entre el bien y el mal


Buenos días, amigo/a.

Hay en nuestras vidas hábitos que nos esclavizan e impiden ser la obra
maestra que a veces soñamos. Todo es posible con la ayuda del Señor, a
pesar de que no sea fácil. Procede con paciencia, pues “nadie se
desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la
ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”, (Mark
Twain).

La realidad del hombre, que se siente tironeado entre el bien y el
mal, entre aspiraciones sublimes y mezquinos deseos, ha sido afirmada
con sinceridad por pensadores de distintas épocas y culturas. El
filósofo Platón comparaba al hombre con un auriga que conduce su
carruaje tirado por dos corceles: uno dócil y brioso, otro rebelde y
perezoso. Para que el carro avance el conductor necesita armonizar
esas fuerzas contrarias. San Pablo confiesa esa lucha en su propia
vida: la carne que quiere avasallar al espíritu.

El conocimiento de ti mismo, de tus fortalezas y debilidades, está en
la base de tu crecimiento armónico como persona. Con un ojo en tus
virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el otro ojo en tus
debilidades para neutralizarlas, afronta con esperanza y firmeza esa
labor cotidiana de llegar a realizar el proyecto de Dios sobre tu
vida. P. Natalio.

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