viernes, 23 de diciembre de 2011


El niño y su sombra

Buenos días, amigo/a.

El conocimiento de ti mismo, con tus fortalezas y debilidades, está en
la base de tu crecimiento armónico como persona. Con un ojo en tus
virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el otro ojo en tus
debilidades para neutralizarlas, afronta con esperanza y firmeza esa
labor cotidiana de llegar a realizar el proyecto de Dios sobre tu
vida.

El niño de un pueblecito griego tenía que ir a la escuela de un pueblo
vecino, a una hora de camino a pie. Su madre lo llevo el primer día
de clases y para llegar a tiempo salieron de su casa al amanecer.
Cuando habían recorrido apenas 300 metros, el niño olvidó el propósito
de aquella excursión y quedo abstraído ante su propia sombra, que
hacía que el niño se sintiera un gigante de 30 metros de altura. De
pronto, la madre se detuvo y mirándole directamente a los ojos le
aconsejó: No contemples tu sombra al amanecer, hijo... mírala sólo al
mediodía.

A veces, como este niño, podemos confundir nuestra realidad objetiva
con otra imagen ilusoria de nosotros mismos. Soñamos con una imagen
aureolada y agrandada que sólo representa nuestros deseos. Pero no te
engañes a ti mismo: distingue con sinceridad y honestidad tu propia
verdad, sin falsas luces que deformen tu juicio objetivo. P. Natalio.

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