viernes, 12 de agosto de 2011

Rescate heroico


Buenos días, amigo/a.

La oración humilde y confiada es el poder que Dios pone en tus manos
para que, como un niño sencillo, le pidas lo que necesites. Pero no
debes suplicarle con desesperanza, ni con una oración agitada, como si
quisieras exigirle el cumplimiento de tus deseos. A Dios hay que
dejarle ser Dios y actuar con plena libertad. Él te ama, y sabe lo que
más te conviene.

En la guerra de Corea, un soldado quedó gravemente herido a diez
metros de una cueva donde se ocultaban sus compañeros. El fuego era
tan intenso que resultaba arriesgado recoger al herido: significaba
muerte segura. Desde la cueva escuchaban los gritos de socorro del
caído. Un soldado que había mirado con frecuencia su reloj, salió de
repente, arrastrándose hasta el compañero. Lo agarró y con suma
lentitud lo arrastró hasta la cueva, mientras el ataque era intenso a
su alrededor. Y, ¡cosa extraña!, ambos llegaron sin ser tocados por
bala alguna. Al preguntar al héroe por qué esperó tanto para rescatar
al herido, respondió: "Sabía que mi madre a esa hora todos los días
estaría orando por mí”.

“Descarguen en el Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de
ustedes”. En la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras
semejantes. Te ayudarán a fortalecer la confianza en Dios. Él te
ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades”
de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”,
te asegura Dios. P. Natalio.

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