La zorra y el cuervo
Buenos días, amigo/a.
Te invito a reflexionar hoy sobre la vanidad humana. “La cola del pavo
real honra al que la creó; pero, el pavo no tiene nada que ver en
ello”, (J. Leclercq). “El vanidoso es como un gallo que se imaginara
que el sol sale para oírlo cantar”. “Vasito de barro: ¿por qué te
quieres poner tan alto? ¿No ves que si te caes, te quiebras? ¿No sabes
que el aroma de tus flores se percibe mejor si estás abajo?”, (V.
Gar-Mar).
Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un
árbol. Lo vio una zorra, y deseando apoderarse de aquella carne empezó
a alabar al cuervo, elogiando su gran belleza, pero que lo afectaba el
hecho de que no tuviera voz. El cuervo, para demostrarle a la zorra
que no le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar con orgullo
fuertes gritos. La zorra, sin perder tiempo, rápidamente recogió la
carne y le dijo: --Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras
entendimiento, nada más te faltaría para ser el rey de las aves.
Todos corremos el peligro de obrar para recibir la aprobación de los
demás. Es como decirse a sí mismo: “Verán lo que yo soy capaz de
hacer”. Jesús nos precave de toda ostentación. Una vez dijo: “Al dar
limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, así tu
limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
premiará”. P. Natalio
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