La rosa y el poeta
Buenos días, amigo/a.
Una buena poesía es capaz de despertar en ti sentimientos y vivencias
profundas. La rutina de todos los días desgasta esa capacidad de
admiración que tienen los niños al abrirse al milagro de la creación y
de la vida. Los poetas nos ayudan a recuperar esa mirada fresca de la
realidad: así podremos disfrutar momentos de gozosa contemplación.
El poeta alemán Rilke vivió un tiempo en París. Al ir a la
universidad, pasaba junto con una amiga francesa, por donde una mujer
sentada pedía limosna, inmóvil y silenciosa. Rilke nunca le daba
nada... pero su amiga, sí. Un día la francesa preguntó al poeta: —¿Por
qué nunca le das nada a esta pobrecita? —Le tendríamos que regalar
algo a su corazón…, respondió el poeta. Al día siguiente Rilke puso
una espléndida rosa en la mano de la mujer. Ésta miró al poeta, se
levantó, tomó su mano y la besó... luego se fue, estrechando la rosa
contra su cuerpo. Por una semana no apareció. A los ocho días, la
anciana estaba sentada en el mismo lugar, como siempre. —¿De qué habrá
vivido todos estos días?, preguntó la joven. —De la rosa, respondió el
poeta.
Nada eleva tanto al hombre sobre las mezquindades de la vida como la
capacidad de maravillarse. Los poetas tienen el talento de
deslumbrarnos echando una mirada nueva sobre la realidad de todos los
días, vivencia que exalta la alegría de vivir, y que ayuda a recuperar el posible hastío de las repeticiones diarias P. Natalio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario