El ombú
Buenos días, amigo/a.
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los
demás.encuentra su plena madurez. Si te preocupas demasiado por ti
mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y
comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los
demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no
vale nada.
Erguido en medio de la pampa, el ombú extendía sus gruesas ramas. En
busca de un sitio donde asentarse, llegó allí un colono y su familia.
¡Qué árbol hermoso! -exclamó un jovencito-; edifiquemos aquí, padre
mío. Seducido por el aspecto del árbol gigante, aprobó el padre. De
una raíz iba a atar el caballo del carro donde venía la familia, pero
al ver que allí no crecía el pasto, lo llevó más lejos. El hijo mayor
cortó unas ramas para prender fuego, pero la leña sólo producía humo.
Otro hijo trepó para comer frutas, pero aquello no era fruta.
-¡Hermoso árbol! -dijo el padre- para pintores y poetas. Pero no da
frutos, su leña no sirve, y a su sombra no florecería un jardín.
Orgulloso, inútil y egoísta; más bien dejémoslo solo. Y se fueron a
otra parte. G. Daireaux.
Dios espera la colaboración de los hombres para su plan de amor. El
mal ha entrado en el mundo por la puerta del egoísmo, que es negación
del amor. “Este es mi mandamiento, —dijo Jesús— que se amen los unos a
los otros como yo los he amado”. Que el Padre misericordioso derrame
sobre ti el Espíritu del amor, que es el Espíritu de Jesús. P.
Natalio.
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