viernes, 20 de mayo de 2011

Como una escoba


Buenos días, amigo/a.

El humilde reconoce a Dios como autor de todo bien. De él proviene
todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro
prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está
en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere
sobresalir no busca tanto alcanzar una meta, sino crear distancia
respecto de los otros.

Cuando Bernardita Soubirous era religiosa de las Hermanas de la
Caridad, una hermana de la comunidad le enseñó una foto de los lugares
de Lourdes y manifestaba la grandeza de haber sido elegida para tan
gran don como es la visión de la Virgen. Bernardita se limitó a
sonreír y, con aparente ingenuidad, preguntó: —Hermana, ¿para qué
sirve una escoba? —Para barrer. Bernardita siguió preguntando: — ¿Y
después? —Se guarda en su sitio, detrás de la puerta. —Así ha hecho la
Virgen conmigo. Me usó y me ha vuelto a poner en mi sitio. Y yo estoy
muy bien.

Santo Tomás de Aquino afirma que Cristo recomendó tanto la humildad,
porque ella anula el principal impedimento para nuestra santificación.
Todas las demás virtudes derivan de ella su valor. Sólo a ella le
concede Dios sus dones, y los retira cuando ella desaparece.
Bernardita fue instrumento de la Virgen María por su humildad. P.
Natalio.

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