sábado, 9 de abril de 2011

Me quejé…




Buenos días, amigo/a.


Aquello que pensamos y decimos afecta la calidad de nuestra vida y la
capacidad de progresar. Si nuestro discurso interior está lleno de
quejas, pues, somos eso: seres pesimistas y descontentos, trabados en
todo. Por el contrario, si pensamos agradecidos por lo que tenemos,
somos personas dinámicas, entusiastas y decididas a enfrentar los
desafíos de cada día.


Me quejé de tener que soportar el ruido de mis hermanos, mas no
agradecí por tener una familia. Me quejé cuando no había lo que más me
gustaba para comer, pero olvidé agradecer por tener qué comer. Me
quejé por mi sueldo, cuando miles ni siquiera tienen uno. Me quejé por
no poder dormir diez minutos más, olvidando a quienes darían todo por
tener su cuerpo sano y poder levantarse. Me quejé por tener que
trabajar al día siguiente, olvidando que muchos no tienen trabajo que
les permita llevar sustento a su familia. Me quejé porque mi madre me
reprendía, cuando millones desearían tenerla viva, para poder honrarla
y abrazarla.


Amigo/a: olvida los días nublados, pero no olvides tus horas de sol ni
tus noches estrelladas. Olvida los momentos en que fuiste derrotado,
pero no olvides las batallas que has ganado. Olvida los errores que no
puedes cambiar, pero no olvides las lecciones que has aprendido ni las
verdades atesoradas en tu experiencia. Mantén una mirada optimista de
la vida. P. Natalio.

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