viernes, 1 de abril de 2011

Jesús, ¡soy yo!

Buenos días, amigo/a.

La oración auténtica es un encuentro personal con Dios. Por ella te
acercas a la realidad de un Dios vivo, cercano, presente: un Dios
persona. ¿Por qué no pocas veces la oración resulta pesada?
Simplemente, porque no se produce el encuentro entre dos personas: yo
y Dios. Concretamente, porque no tiendes con todas las fuerzas al
encuentro con el Señor.

Jesús, ¡soy yo! Necesito hablarte. Sabes, algunos días son muy
difíciles. Me preocupo por muchas cosas, y a veces la presión que
aguanto es muy grande. Tú sabes, “hay que hacer esto, hay que hacer
aquello”. Quizás sentiste algo parecido, cuando anduviste por este
mundo. De todas maneras, lo que trato de decir es que quiero que estés
conmigo a lo largo del camino. Porque en algún lugar en lo profundo de
mí, yo sé que me amas tal corno yo soy. Para ti yo soy alguien
especial. Y el mañana no importa. Amén.

Acabas de leer un buen modelo de oración espontánea. Orar por
cualquier necesidad —grande o pequeña, espiritual o material— te
ofrece la ocasión de verificar la proximidad de Dios. Él quiere
librarte de tus angustias y afanes y se pone a tu alcance para
cualquier necesidad. De este modo entrarás en una relación afectuosa,
verdadera y concreta con Dios. P. Natalio.

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