El gato blanco
Buenos días, amigo/a.
Intercambiar experiencias entre personas curtidas por la vida, es
enriquecedor. Se aprende mucho sin necesidad de sufrirlo en la propia
piel. Los clásicos decían, “de lo sucedido a uno sólo, aprendan
todos”. Son consejos que siempre tienes que confrontarlos con tus
propios conocimientos y aplicarlos con prudencia. Una fábula demuestra
el valor de un consejo.
Cuando una familia se mudó de casa se olvidó de llevarse al hermoso
gato blanco que tenía. Éste intentó sobrevivir como hacen los gatos
pobres que cazan ratones y pájaros. Pero, nunca podía agarrar nada, a
pesar de que no era de los más torpes. Un gato gris que lo observaba
descubrió el secreto de su mala suerte y le aconsejó rebajar un poco
el brillo de su traje, revolcándose en el polvo, ya que por su pelaje
blanco, los ratones y pájaros de lejos lo veían venir y se escondían o
escapaban. “Por eso, dijo, no cazas nada”. Así lo hizo y pudo vivir
bien.
Ayudar a los que se encuentran en dificultades es un aspecto práctico
de la fraternidad humana. De este olvido de ti mismo, surgirá como por
magia, tu propia felicidad y alegría, tu auténtica realización. Mira,
pues, a tu alrededor: cuántos hoy necesitan de tu consejo, de tu
sonrisa, de tu abrazo o simplemente de tu compañía. P. Natalio.
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