miércoles, 13 de abril de 2011

El caracol viejo


Buenos días, amigo/a.

En tu vida se van dando posibilidades de cambiar para bien. Conviene
que te detengas, evalúes con serenidad las ventajas, y tomes
decisiones sabias y prudentes, porque ésa es la forma normal de
progresar. No caigas en el error de desechar todo cambio por
principio; ni tampoco en el otro extremo, de creer que toda novedad es
mejor. Una fábula para ilustrar el tema.

Un caracol viejo arrastrábase con dificultad. Estirando los cuernos
para buscar su camino, hacía con el pescuezo grandes esfuerzos para
llegar hasta una hoja de parra donde pensaba almorzar. Más que todo,
parecía causarle gran dolencia una abolladura, cicatrizada pero ancha
y profunda, que tenía en la cáscara. Unos caracolitos que lo estaban
mirando, le dijeron:
—Pero, padre caracol, ¿por qué no cambia usted su cáscara por una
nueva? Le debe hacer sufrir mucho esa abolladura que tiene. —Hijitos
–les contestó–, esta abolladura es dolorosa, pero cambiar la cáscara
sería peor, y creo que me resultaría fatal. (G. Daireaux).

El buen marino de un barco de velas, está siempre atento y obra con
habilidad cuando percibe que se levanta una brisa, aunque muy suave.
Tú también permanece alerta y cuando surja en tu interior un impulso a
cambiar para bien, despliega al punto tus velas y obra decididamente.
Como decía san Agustín: “La gracia pasa y no vuelve”. P. Natalio.

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